La derecha no muerde

Hace un año, el presidente Sánchez cumplimentó a Giorgia Meloni, jefa del Gobierno de Italia, en visita protocolaria. Ambos intercambiaron palabras amables y elogios mutuos -diplomacia de libro-, hablaron de problemas comunes, como la inmigración -curiosamente ahora abandonó Lampedusa y se dirige a Canarias-  y acordaron lo que siempre acuerdan los dirigentes de viejos países: “fortalecer nuestros vínculos históricos”.


La semana pasada recibía en Moncloa al presidente portugués ganador de las elecciones del 10 de marzo. Luis Montenegro renunció a los votos de la extrema derecha y cuenta con la alternativa” del Partido Socialista que le permitió formar Gobierno y le dará apoyos puntuales en cuestiones consideradas de Estado.


En su visita a Italia el presidente Sánchez pudo comprobar que la líder del neofascista Fratelli d’Italia es una persona normal que defiende “su modelo de sociedad” dentro de la democracia parlamentaria. En la recepción al primer ministro portugués también pudo constatar que el líder de la coalición de centro derecha es un demócrata convencido.


En ambos casos departió amigablemente con dos dirigentes distantes ideológicamente que “no tienen cuernos, ni muerden, ni reunirse con ellos produce urticaria política”. Lo mismo ocurre con los mandatarios europeos de la derecha con los que el presidente Sánchez se ve en las cumbres que de Bruselas.


Sin embargo, en la política doméstica esa cordialidad con los de fuera se torna en hostilidad hacia los de dentro. No es fácil entender que el presidente se refiera siempre al primer partido de la oposición con manifiesto desprecio, exhibiendo una superioridad moral de la que carece, e imponga a los miembros del Gobierno y de su partido que demonicen a esta formación y a su líder con los calificativos negativos más duros que tiene el DRAE.


Demonizar a los populares y a su presidente como apestados no es un programa de Gobierno, es una sobreactuación. Dice el ensayista Juan Claudio de Ramón que “el PP no es ese partido demoníaco empeñado en castigar a los ciudadanos, arrasar el Estado de bienestar… El PP es la derecha democrática española. Sin más. Ni extrema derecha, ni derecha extrema”.


En democracia hay una línea roja que no se puede traspasar: es el derecho de la oposición a existir y a cumplir con su función de fiscalizar al Gobierno, proponer alternativas para solucionar los problemas y presentarse como recambio del propio gobierno.


¿Por qué la entente cordial y respetuosa que el presidente tiene con los de fuera no la practica en España?. Seguro que presumir de “pureza de sangre política”, mostrar superioridad moral y magnificar las diferencias con el PP y su líder responde a una estrategia diseñada para eliminar a un rival y ver cumplida su ambición de mantenerse en el poder. No parece un juego democrático limpio. 

La derecha no muerde

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